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La muerte de la Concertación y el colapso del Consenso del Mercado

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    Axel Kaiser
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Caio Silva

Axel Kaiser

En cierto sentido, el modelo económico de los “Chicago Boys” estaba condenado a ser desmantelado con el paso del tiempo. El hecho de que los gobiernos que vinieron después de los “Chicago Boys” aceptaran sus reformas no significa que estas administraciones tuvieran una profunda comprensión de la naturaleza positiva de las fuerzas del mercado, y mucho menos un verdadero compromiso moral con la libertad económica.

Patricio Aylwin, el primer presidente después de los años de Augusto Pinochet, reflejó de mejor forma la visión de centroizquierda sobre el mercado cuando a principios de 1990, declaró: “El mercado puede estimular la creación de riqueza, pero no es justo cuando se trata de la distribución de la riqueza. El mercado no tiene consideraciones sociales o éticas. El mercado suele ser tremendamente cruel y favorece a los más poderosos y compite en mejores condiciones, mientras que empeora la miseria de los más pobres porque aumenta las desigualdades sociales [Otano 2006: 417]”.

La falta de compromiso real con la libertad económica en la izquierda política e intelectual —así como en segmentos crecientes de la derecha— permitió que las narrativas socialistas más radicales obtuvieran una mayor aceptación. La influencia de los grupos socialistas creció tanto que los partidos políticos de centroizquierda responsables de administrar las reformas del mercado de los “Chicago Boys” se sintieron demasiado avergonzados para reivindicar la enorme prosperidad que las fuerzas del mercado alcanzaron bajo sus propios gobiernos. Sin casi ninguna excepción, nunca defendieron su legado de los ataques de la izquierda radical.

El jurista y ex ministro de la Concertación Jorge Correa explicó que una de las causas de la desaparición de los moderados de la Concertación, que a su vez permitió el surgimiento de la radicalizada coalición de izquierda, la Nueva Mayoría1, fue que sus miembros sintieron vergüenza de decir que eran “partidarios del mercado... Nunca en verdad nos animamos a defender con tesis claras lo que en la práctica sí estábamos abrazando” (Correa 2018: 223). Reconociendo la importancia de la batalla de las ideas en la guerra política, el exministro añadió: “La derrota fue cultural antes que política. No se puede tener éxito en política si se siente vergüenza, menos si no te atreves a mostrar tu ideario” (ibíd.). La Concertación, concluyó: “se suicidó... dejó de creer en sí misma, de defender” (ibid.: 224).

La centroderecha tampoco se dedicó a una fuerte defensa de los principios de mercado. Sebastián Piñera expresó de mejor manera el tono comprometedor que la centroderecha tomó hacia las ideologías igualitarias durante su primera administración. En un famoso discurso dado en 2010, declaró: “Yo pienso que, en primer lugar, los chilenos y chilenas no toleran los grados excesivos de desigualdad que han cruzado a nuestra sociedad desde hace tanto tiempo. Y se han rebelado contra una desigualdad excesiva, porque Chile es el país con mayor ingreso per cápita de América Latina, pero también es el país, junto a otro más, con mayor desigualdad relativa en América Latina. Y, por tanto, están pidiendo una sociedad más justa, una sociedad más igualitaria, con menos desigualdades, o con mayor igualdad de oportunidades, porque las desigualdades que vivimos en Chile son excesivas, y yo siento que son inmorales, porque están atentando contra lo que es la esencia de una sociedad, que es su cohesión y su armonía interna”2.

Siguiendo esta visión, en su segunda administración, Piñera lanzó un programa para expandir los beneficios sociales a la clase media llamado Clase Media Protegida. El programa reflejaba una filosofía socialdemócrata que validaba la idea de que el papel del gobierno era cuidar del bienestar de la población. Así, Piñera llevó a Chile un paso más allá en el camino de convertirse en un Estado de bienestar3.

En este sentido, tras el estallido de la crisis social en octubre de 2019, Piñera pronunció un discurso en el que pidió disculpas al pueblo chileno por las injusticias del sistema económico del país y anunció un aumento masivo del gasto público: “Es verdad, que los problemas no se han producido en los últimos días, se venían acumulando hacía décadas. Pero es verdad también que los distintos gobiernos no fueron o no fuimos capaces de reconocer esta situación en toda su magnitud. Esta situación de inequidad, de abuso que ha significado una expresión genuina y auténtica de millones y millones de chilenos. Reconozco esta falta de visión y le pido perdón a mis compatriotas”4.

Piñera también declaró: “tuvimos muchas coincidencias, en el diagnóstico y en las soluciones” de la crisis con los líderes de la izquierda, los mismos políticos que culpaban al “neoliberalismo” y a la desigualdad de la crisis.

La falta de voluntad de la Concertación —y de muchos políticos de centroderecha como el presidente Piñera— para defender claramente el libre mercado precipitó el colapso del consenso político y social en el que se habían basado las instituciones económicas de Chile. Este clima abrió la puerta a una transformación completa del modelo económico chileno, cuyo grado de concreción sólo se verá con el paso del tiempo y una vez que se complete el nuevo experimento constitucional que Chile puso en marcha en 2019. En cualquier caso, e independientemente del resultado exacto de la cuestión constitucional, si hay algo que la caída de Chile puede enseñar al mundo, es que, una vez más, el poder de las ideas e ideologías es mucho mayor que el atractivo de los hechos. En otras palabras, Chile confirma la vieja lección liberal clásica de que no hay esperanza para la supervivencia del libre mercado sin el argumento moral de la libertad económica. Dicho caso moral y cultural a favor de la libertad económica, que debe ser aceptado por el público, debe ser ante todo generado —al menos en parte— por la élite intelectual, política y económica.

Nueva Mayoría fue la coalición de partidos políticos de izquierda que sucedió a la Concertación y que llegó al poder con Bachelet en su segunda administración. Aunque incorporó a todos los ex miembros de la Concertación, también incluyó a partidos políticos de extrema izquierda como el antiguo Partido Comunista. También hizo alianzas con la nueva coalición populista de extrema izquierda, Frente Amplio.

www.lasegunda.com/Noticias/Politica/2011/07/667325/Texto-completo-del-discurso-del-Presidente-Sebastian-Pinera-en-el-aniver-sario-del-diario-La-Segunda

https://clasemediaprotegida.gob.cl

Joaquín Lavín, candidato presidencial y uno de los políticos de centroderecha más emblemáticos y populares del país, fue más allá de Piñera. En una columna publicada en “El Mercurio”, argumentó que Chile necesitaba “cambiar su modelo de desarrollo” porque había creado dos países separados al igual que el Muro de Berlín. Lavín pidió una “reunificación” social y atacó a la élite económica de Chile por obstaculizar la movilidad social. También denunció la desigualdad “horizontal” que, en su opinión, caracterizaba a la sociedad chilena. Bajo este concepto, Lavín se refería a las desigualdades en la atención sanitaria, vivienda y educación. Bajo su punto de vista, estas injusticias tienen que ser “terminadas” a través un mayor gasto gubernamental, niveles de impuestos más altos y políticas públicas diferentes a las implementadas (Lavín: 2019).