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El “milagro económico” de los “Chicago Boy
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- Axel Kaiser
Tras el fallido experimento marxista del presidente chileno Salvador Allende, una revolución de libre mercado liderada por los llamados “Chicago Boys”, entre los años 1970 y 1980, crearon las condiciones necesarias para que el país experimentara un “milagro económico” que capturó atención mundial.
Como expresó el economista premio Nobel Gary Becker (1997), Chile se convirtió en “un modelo económico para todo el mundo subdesarrollado”. Este hecho, dijo Becker, “se hizo aún más impresionante cuando el gobierno se transformó en una democracia”. En la misma línea, el premio Nobel de Economía, Paul Krugman, manifestó que las reformas introducidas por los “Chicago Boys” “demostraron ser altamente exitosas y se conservaron intactas cuando Chile finalmente regresó a la democracia en 1989” (Krugman 2008:31). En efecto, de 1990 a 2010 llegó al poder la coalición de izquierda llamada “Concertación”. A pesar de estar integrada por opositores a la dictadura militar y por muchos ex miembros del gobierno de Allende, la Concertación mantuvo los fundamentos del sistema de libre mercado. Prevaleciendo una visión pragmática que llevó al reconocimiento y adopción del legado económico de los años de Augusto Pinochet. Como explicó Alejandro Foxley, el primer ministro de Hacienda del período democrático: “Los países maduros son países que no siempre empiezan de cero. Tuvimos que reconocer que en el gobierno anterior se habían sentado las bases para una economía de mercado más moderna, y que empezaríamos desde ahí, restableciendo el equilibrio entre el desarrollo económico y el desarrollo social. Y eso es lo que hicimos [Foxley 2001]”.
Para la derecha occidental, las reformas económicas de Chile fueron una victoria simbólica en la lucha contra el socialismo y el progresismo. Como ha señalado el historiador Niall Ferguson (2008: 216), “la reacción contra el Estado de bienestar comenzó en Chile”. Más aún, las reformas económicas chilenas, como el sistema previsional, fueron “mucho más radicales que todo lo que se había intentado en los Estados Unidos, el corazón de la economía de libre mercado... Thatcher y Reagan vinieron después” (ibid.). En la misma línea, William Ratliff y Robert Packenham (2007) sostienen que Chile fue el primer país del mundo en hacer “esa ruptura trascendental con el pasado, lejos del socialismo y el capitalismo de estado extremo”, precedente a la “Gran Bretaña de Margaret Thatcher y los Estados Unidos de Ronald Reagan”. Para el intelectual marxista, David Harvey (2005:7–8), “el primer experimento de formación de un Estado neoliberal ocurrió en Chile después del golpe de Estado de Pinochet”, proporcionando “evidencia útil para apoyar el subsiguiente giro hacia el neoliberalismo tanto en Gran Bretaña (bajo Thatcher) y los Estados Unidos (bajo Reagan)”.
La visita de George H. W. Bush a Chile en 1990 confirmó el simbolismo de la historia de éxito de los “Chicago Boys”. A su llegada a Santiago, Bush (1990) declaró que “el pacífico retorno de Chile a las filas de las democracias del mundo” era motivo de “orgullo y celebración”. Continuó enfatizando la importancia de la revolución del libre mercado que había tenido lugar bajo el gobierno militar del general Pinochet: “El registro de los logros económicos de Chile es una lección para América Latina sobre el poder del libre mercado. En ninguna otra nación de este continente el ritmo de la reforma del libre mercado ha ido tan lejos, tan rápido como aquí en Chile”. Bajo la misma línea, la ex primer ministra británica, Margaret Thatcher (1990) declaró que el régimen de Pinochet había convertido a Chile “de un colectivismo caótico a la economía modelo de América Latina”.
Los datos disponibles apoyan abrumadoramente estas opiniones. La inflación crónica, que había alcanzado un peak de más del 500% en 1973, cayó por debajo del 10% en la década de 1990 y por debajo del 5% en los años 2000 (Banco Mundial 2019). Entre 1975 y 2015, el ingreso per cápita en Chile se cuadruplicó hasta alcanzar los 23 mil dólares, el más alto de América Latina (CNP 2016). Como resultado, desde principios de la década de 1980 hasta 2014, la pobreza se redujo del 45 al 8% (CNP 2016). Varios indicadores muestran que este “milagro económico” benefició a la mayor parte de la población. Por ejemplo, en 1982 sólo el 27% de los chilenos tenía un televisor. En 2014, el 97% lo tenía (CNP, 2016). Lo mismo ocurre con los refrigeradores (del 49 al 96%), lavadoras (del 35 al 93%), los automóviles (del 18 al 48%), y otros artículos. Todavía más importante, es que la esperanza de vida aumentó de 69 a 79 años en el mismo período y el hacinamiento en las viviendas se redujo del 56 al 17%. La clase media, según la definición del Banco Mundial, aumentó de un 23,7% en 1990 a un 64,3% en 2015 y la pobreza extrema se redujo del 34,5 a 2,5% (Libertad y Desarrollo 2017:3). En promedio, el acceso a la educación superior se multiplicó por cinco en el mismo período, beneficiando principalmente al quintil más bajo, que vio su acceso a la educación superior multiplicado por ocho (PNUD 2017:20). Esto es coherente con el crecimiento de los ingresos en los diferentes grupos socioeconómicos. Si bien entre 1990 y 2015 los ingresos del 10 por ciento más rico crecieron un total de 30%, los ingresos del 10% más pobre experimentaron un aumento del 145% (PNUD 2017:21). A su vez, el índice de Gini cayó de 52,1 en 1990 a 47,6 en 2015 (PNUD 2017: 37). Si se mide la desigualdad de ingresos dentro de las diferentes generaciones, la reducción es aún mayor (Sapelli 2014). Otros indicadores de desigualdad también muestran una reducción de la brecha entre los ricos y el resto de la población. El índice Palma, que mide la desigualdad de ingresos del 10% más rico en relación con el 40% más pobre, se redujo de 3,58 a 2,78 en el mismo período de tiempo mientras que la relación entre los ingresos de los quintiles más bajos y los más altos disminuyó de 14,8 a 10,8 (PNUD 2017:21). Además de esta disminución de la desigualdad de ingresos, un informe de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE) de 2017 mostró que Chile tenía mayor movilidad social que todos los demás países de la OCDE (2018)2. Chile también ocupaba la posición más alta entre las naciones latinoamericanas en el Índice de Desarrollo Humano de Naciones Unidas (PNUD 2019).
En resumen, gracias a las reformas de libre mercado introducidas por los “Chicago Boys” y mantenidas por los regímenes democráticos que vinieron después, Chile se convirtió en el país más próspero de América Latina, lo que benefició sobre todo a los miembros más pobres de la población.
En la década de 1950 la Universidad Católica y la Universidad de Chicago comenzaron un programa de intercambio que permitió a los estudiantes chilenos realizar estudios de postgrado en el Departamento de Economía de la Universidad de Chicago. Estos estudiantes llegaron a ser conocidos como los “Chicago Boys”, una etiqueta que también se aplicó a otros estudiantes que se graduaron en universidades americanas distintas de Chicago y participaron en la implementación de reformas de libre mercado bajo el régimen de Pinochet.
Según el estudio, era más probable que las personas con padres en el fondo del 25% de la escala de ingresos pudieran pasar al 25% superior de la escala de ingresos en Chile que en cualquier otro país de la OCDE.