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EL FUTURO YA ESTÁ AQUÍ - El Meta-mensaje de Sthepenson
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- Luis Rivases
El Meta-mensaje de Sthepenson
Lo segundo que hay que comprender a la hora de leer a Stephenson, es que su generación que abarca desde Bill Gates o Jeff Bezos hasta Elon Musk o Larry Page no solo fueron marcados en su juventud por los eventos e influencias políticas de la época, sino por una conjunción de universos y una oleada de inventos e innovaciones absolutamente fantásticas que incluyen el Internet, la Realidad Artificial de Myron Krueger a principios de los años ochenta y posteriormente la Realidad Virtual así como justo en ese momento, David Chaum inventaría la moneda digital y comenzó a unir las piezas, junto con otros matemáticos de algo que resonaría años más tarde llamado Blockchain. Así que los ninjas pasaron de moda rápidamente con la llegada de ese tsunami que los marcaría profundamente.
Para comprender la revolución en ese momento -pues hoy la damos por sentada- bastaría recordar a Bill Gates en el programa de David Letterman en 1995 tratando de convencer al entrevistador de los beneficios de la red. Letterman sostenía que era innecesaria porque podía escuchar un juego deportivo en la radio y tenía un grabador si quería conservarlo. Apenas 14 millones de estadounidenses usaban Internet, pero solo el 20% ingresaba diariamente y apenas el 3% navegaba en la red. Pues Internet era usado principalmente para enviar correos de trabajo o leer portales de noticias.
Pero también podemos leer Snow Crash a partir de lo que no hay, porque no existían, Internet, el Blockchain o las redes sociales y su tremendo impacto en el futuro. Por eso nos ocurre en la novela lo mismo que con la Guerra de las Galaxias, pues son necesarios los androides para que hagan muchas cosas que hoy son llevadas por un simple dispositivo, ya que el Internet de las Cosas, nos permite sustituir lo que pensábamos sería muy útil en ese futuro que pronosticaban.
Es así como hay que entender, que el futuro de Sthepenson no era otro que su presente magnificado. Es decir, los autores usan sus vivencias particulares y la conciencia política de la época para que el lector se sienta participe de ese futuro pues cuando se presenta un mundo futurista idílico, luce completamente irreal. De allí a que las críticas al modelo político de Ronald Reagan estuviesen presentes en la mayoría de los autores, en la forma de un futuro con menos gobierno y más codicia corporativa a cargo de las políticas públicas, que se pueden leer en la mayoría de los libros de la época o también ver a partir de películas de masas como Robocop. De la misma manera que, como el libro se encuentra parcialmente basado en California, se encuentren elementos de la época como la gran crisis de inmigración que llevaría a la famosa proposición 187, para impedir el acceso de los servicios a inmigrantes ilegales.
Por eso, cualquier lector que se sumergiera en las páginas, se sentiría identificado con muchas de las ideas políticas a partir de su propio presente y el de una generación que comenzó a pensar en que la Inteligencia Artificial un día superaría a la del hombre no solo por fenómenos masivos como las películas como Juegos de Guerra (1983) o Terminator (1984), sino porque grandes mentes de la inteligencia artificial como Marvin Minsky sostenían que las computadoras tendrían en muy breve lapso de tiempo la misma inteligencia que los humanos y con el tiempo incluso serían capaces de actuar éticamente.
Ya pioneros de la Inteligencia Artificial como el premio Nobel Herbert Simon había profetizado que en veinte años una computadora sería capaz de ganarle a un campeón de ajedrez y esa generación vio posteriormente lo ocurrido con Gary Casparov y DeepBlue, tan rápido como 1997 y exactamente veinte años más tarde otra máquina AlphaGo le ganó al campeón del famoso y complejo juego GO, alcanzando niveles superhumanos, a partir de ahora, ningún humano puede ganarles. Por eso sin duda, fueron los primeros en inclinarse a la proyección del futuro, de la tecnología y del espacio de una forma distinta a la anterior, gracias a la inteligencia artificial y a la realidad virtual.
Es así como películas como Tron y varias más de la época ya habían propagado esos mundos digitales interactivos, en las revistas de tecnología se podía ver con asombro la interactividad también creada por Myron Krueger y los conceptos de Ciberespacio expresados en la novela Neuromancer de William Gibson en 1984 y buena parte de ese mundo ya había sido escrito en ensayos como Realidad Virtual de Howard Rheingold, quien acuñó el término “Comunidad Virtual”, así como el debate de las implicaciones morales, psicológicas y sociales era un hecho. Por lo tanto, Stephenson no creó ese mundo, ni los guantes o gafas de realidad virtual que cualquiera pudo conocerlos en la película Volver al Futuro y cuyos modelos se presentaron en 1989 , ni la realidad virtual, sino que acuñó el término Metaverso para asociar varias ideas extremadamente importantes que impactarían en el futuro.
Ahora bien. Más allá de su aplicación para convertir el Metaverso en un lugar de juegos virtuales, como el de ninjas y espadachines en 3-D, lo interesante del Metaverso de Stephenson, es que, para poder llegar al Metaverso, fue necesario una transformación masiva de la información a unos y ceros. De allí a que la Agencia Central de Inteligencia, entendida esta como un centro de almacenamientos de información gigantesco sobre las personas, se fusionara con la Librería del Congreso con cientos de millones de publicaciones que fue progresando hasta tener la data digitalizada desde los sumerios y una vez que la información estuvo organizada en una base de datos central para su consulta corporativa, salieron a la Bolsa en forma de la Corporación Central de Inteligencia.
Y aquí es necesario comprender que esas generaciones de finales de los ochenta y los noventas, fueron las primeras que vivieron los grandes cambios en la privacidad de su información y las leyes de acceso a la misma. Pero también la caída del Muro de Berlín y los debates de transformación de la inteligencia a nivel mundial, así como su reorganización. Entonces ¿Qué hacer con la información recopilada de millones de personas a nivel mundial y la que se seguiría procesando? ¿Qué hacer con la información cuando el enemigo comunista ya no representa el peligro que suponía para las generaciones anteriores? Sin embargo, no deja de ser interesante el hecho de que en 1993 el presupuesto de inteligencia fuera equivalente a 53 billones de dólares de 2020 y sin embargo el presupuesto para ese año hubiera alcanzado los 85 billones de dólares o un 60% más que durante la Guerra Fría.
El Metaverso en su etapa inicial entonces no es otra cosa que ese gigantesco cúmulo de procesamiento y uso de data, convirtiéndose a su vez en un gigantesco centro de información, donde todo el conocimiento, toda la publicidad y las relaciones son llevadas a un mundo más grande que el universo real. Y por ende se pueden vivir dos vidas completamente distintas en paralelo, se puede tener otra ciberpersonalidad, tanto como jugar y desarrollar fantasías, pero también obtener dinero, trabajar, estudiar, acudir a la iglesia y solo se vuelve al primero en busca de las necesidades mínimas indispensables que son alimentación y sueño.
Pero Sthepenson da también en el clavo con softwares y dispositivos que se encuentran en el Metaverso para registrar hasta la mínima actividad subiendo cantidades asombrosas de información a la nave nodriza (base de datos), “con la remota posibilidad de que alguna de ella eventualmente sea útil (..) como anotar el número de placa de cada automóvil que ve en su camino al trabajo cada mañana, en caso de que uno de ellos se vea involucrado en un accidente de atropello y fuga”. Intuyendo que en el futuro los aparatos se comunicarán para dar esa información y también introduciéndonos al internet de las cosas, como es el caso de la caja de pizza inteligente, capaz de atormentar al repartidor con el tiempo y la distancia a su objetivo.
A partir de allí Sthepenson establece que, en el futuro, las personas estarían digitalizadas hasta sus: “patrones de retina, ADN, gráfico de voz, huellas dactilares, huellas de pies, huellas de palmas, huellas de muñecas, cada maldita parte del cuerpo que tenía arrugas (..) hicieron una impresión y digitalizaron en su computadora (..) Y cuando solicitó el trabajo (..) estuvieron felices de aceptarlo, porque lo conocían”. Por lo tanto, esa información tiene un propósito, conocerlo todo y las corporaciones de monitoreo en el Metaverso son capaces de saber a kilómetros si faltan las placas de identificación de un perro, cuántas monedas hay en un bolsillo o si se tiene “una navaja en el bolsillo izquierdo” gracias a la pantalla de vigilancia del Metaverso.
Y el cuarto desarrollo de Stephenson es también sumamente interesante. El mecanismo masivo de interrelación cultural dentro del Metaverso, en el que desaparecen los límites espaciales y geográficos, las barreras lingüísticas y de idiomas así como las edades gracias, en principio a que en el Metaverso no existen fronteras y Hong-Kong puede estar a la vuelta de una esquina o página, mientras que la traducción de las lenguas por apps permite el intercambio inmediato de información, así como las edades están eliminadas por los avatares y por lo tanto el acceso a la información es completa y de una manera nunca antes vista.
Al desaparecer todos estos límites, las barreras de separación cultural y social se desvanecen para dar paso a la interrelación basada en el ingenio y el talento. Así Hiro, mitad coreano por una madre esclava en las minas japonesas y un padre negro, sargento del ejército estadounidense, se interrelaciona con una elegante joven latina, cuyos padres viven en Mexicali (granjeros o traficantes) con casa de piso de tierra. De allí que el metadiscurso de Stephenson, se podría definir como explica en su novela sobre el Gran Hong-Kong y su crecimiento después de barrer con la “China Roja” en un Metaverso con “el potencial de todas las razas étnicas y antropologías para fusionarse” ocurriendo “bajo la bandera de los Tres Principios a seguir:
- ¡Información, información, información!
- ¡Marketing totalmente justo!
- ¡Ecología estricta!” Recopilación, uso de la información y sostenibilidad, son las bases de ese futuro.